martes, 16 de marzo de 2010

Y el pasado es presente ya...

Este fin de semana ha venido a visitarme un amigo de Jaén, al que hacía un año que no veía.
Estudié con él el ciclo de cine y al terminar, por desgracia tuvo que mudarse de vuelta a su ciudad natal, Linares. Ahora está pensando en volver a Málaga, y espero con toda mi alma que lo consiga.

Su visita ha hecho que me dé cuenta de que hace tiempo los proyectos que teníamos eran sólo ideas y ahora sin embargo, se han materializado. Un proyecto que antes sólo era papel, ahora está rodado. En ese hecho ya hay intención. Esto me tranquiliza mucho, porque siginifica que las cosas salieron adelante porque queríamos.
Puede parecer estúpido, pero a veces no es tan evidente que las cosas salgan adelante por que quieres. En la vorágine de un rodaje, se crea una inercia que te puede llevar a hacer pensar que las cosas ocurren por un sólo elemento detonador: rodar un corto. Sin embargo, hay muchos momentos complicados en los que la cosa se puede complicar, y convertir tu viaje de aprendizaje, en una odisea... de muerte. Ruego que las odiseas de muertes me ocurran ahora cuando los proyectos son chiquitos...

Recuerdo cuando, estudiando, me imaginé cómo sería ver en imagen algo que escribiste en una mesa, con un papel, con un bolígrafo, con una idea sin definir. Eso es alucinante. Que de un ambiente tan íntimo como la soledad de tu cuarto, salga algo en lo que se van a implicar 50 personas como si fuera propio (de hecho lo es) es asombroso. Y que tú equipo lo haga suyo también, y aporte y "moldee"...

De hecho, recuerdo perfectamente cuando, en una subida que hice de Málaga a Madrid, mi padre me dijo que tenía una historia para un corto. Recuerdo perfectamente como la fuimos moldeando, dando carácter a los personajes... Estábamos en el jardín de la casa de mí padre, al lado de un columpio con el que jugaba entonces mi hermana, y a mí me gustó mucho la primera versión que me contó mi padre. Yo vi una historia original, con personalidad y en el fondo, fondo, sabía que algún día la rodaría. Con otro enfoque, otros personajes, otros matices, pero la rodaría.
Esa sensación viene dada por las ganas que uno le pone a un proyecto nuevo.

Pero creo que ningún director es capaz de imaginarse realmente la esencia de su película antes de rodarla. Sí, puedes controlar y adelantar ciertas cosas, texturas, sonidos... pero cuando el creador ve algo del resultado en los brutos (ni siquiera en rodaje, ahí uno está demasiado contaminado por la responsabilidad y el estrés), el proyecto toma una dimensión inimaginable (a veces también para peor, supongo), se convierte en algo inabarcable por pequeño que sea el proyecto, que se conforma con los detalles. Miradas fugaces, reflejos inapreciables, gestos, carraspeos.
Adoro cuando un pequeño detalle le confiere al todo un sentido aun mayor, eso significa que la historia respira, que tu historia funciona...

Eso es algo de lo que uno nunca está seguro tampoco... ¿Pondré dos planos, uno detrás de otro, y estos funcionarán? Claro que lo harán, si hay intención detrás, siempre. Aunque nos saltemos todas las reglas de proporciones y cortes de planos a la vez.

Si hay intención en la obra, ésta fluirá sola. Aunque tampoco me hagais mucho caso...

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